wine is much extended, but cider has always been a natural product. I have had good cider in Sweden and in Frankfurt, but here cider makes an extraordinary experience all winters: the "txotx"
in Basque country is a relevant product, more than that, it was one of the reasons of basque sailors (XVI century) to be able to travel such long distances until Newfoundland to fish cod and whales; water rottens, cider does not...
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Grifos de sidra en Malum Rex.JAVIER HERNANDEZ JUANTEGUI
IGOR CUBILLO
Astigarraga - 22 AGO 2024 - 05:25 CEST
Tenía que ser en Astigarraga, la localidad que acoge un mayor número de sidrerías, hasta una veintena, en Gipuzkoa. Parece lógico que allí, junto a un manzanal donde hay plantadas siete de las 115 variedades catalogadas por la D.O. Euskal Sagardoa (goikoetxe, txalaka, moko, urtebi haundi, patzolua, mozolua, frantses sagarra), haya abierto sus puertas Malum Rex, el primer cider bar o sagar bar (sagar significa manzana en euskera) de la península.
Interior de Malum Rex con la cámara acristalada llena de sidras, a la que llaman altar.JAVIER HERNANDEZ JUANTEGUI
De hecho, los intentos de despachar la bandera líquida del territorio por culines han provocado conatos de revolución. En Euskadi, en cambio, es habitual pedir “un trago” o “un txikito” en los bares; su consumo en pequeñas dosis está tan interiorizado que, de hecho, fue así, por vasos (y jarras), como comenzó a comercializarse hace seis siglos.
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Por tanto, a nadie debe extrañar que haya sido a un paso de San Sebastián donde se les ha ocurrido instalar un dispensador multi grifo con doce tiradores que permiten degustar muestras de distintos tamaños, lo mismo de sidras locales que de otras producidas a casi 3.000 kilómetros de distancia. Es el caso de Alright Alright Alright, una pét-nat (abreviatura de pétillant natural, o sea naturalmente espumosa) elaborada por Brutes Cider en Estocolmo con manzanas, peras y ciruelas de Ekerö y Märsön.
Algunas de las originales sidras que se pueden tomar en Malux Rex, como la sueca Alright Alright Alright.JAVIER HERNANDEZ JUANTEGUI
Hay más ejemplos suecos en un catálogo que también incorpora otros italianos, franceses, ingleses y, pronto, alemanes. Por tanto, esa bebida rojiza no es la única rareza que encontrarás en el casi medio centenar de referencias que ofrece el establecimiento. La mayoría a un paso de la barra y de las mesas corridas del comedor central, llenando de colorido una abarrotada cámara acristalada que llaman “altar” y expone botellas, botellines y latas de casi todos los estilos existentes. Un abanico que comprende diferentes graduaciones, métodos de elaboración, ingredientes, procedencias y precios, desde un euro el trago de sidra natural local a 21,50 euros la botella de Peperoncino Cider, infusionada con guindillas picantes.
Está representada la sidra de toda la vida, la “tranquila”, incluso en versiones monovarietales, ecológicas y hasta con lúpulo, pero también las hay gasificadas, ceñidas al método champenoise, pét-nat, de hielo... Algunas incorporan otras frutas, no faltan kombuchas ni destilados, y en ciertas botellas se combina con vermú. Así, más allá de las propiedades organolépticas tradicionales, de esa chispeante mezcla de frescor y acidez que llegó a prescribirse para combatir el escorbuto, las producciones de corte contemporáneo brindan matices de miel, de orejones o de cáscara de naranja amarga. Unas son ideales para el aperitivo, otras ofrecen sus máximas prestaciones a la hora del postre, también las hay indicadas para una reposada sobremesa e incluso para media mañana.
La selección, renovable y ampliable, es responsabilidad del enólogo Argoitz Otaño y de su tía, Ainara Otaño, directora general de Grupo Petritegi. Este da empleo a 65 personas e incluye la bodega Petritegi, la sidrería de igual nombre, el hotel Sagarlore y, desde el pasado 1 de mayo, Malum Rex (Rey de la Manzana, en latín), el flamante sagar bar concebido a partir de lo observado y aprendido en numerosos viajes y visitas a países, ferias internacionales, taprooms cerveceros y cider bars foráneos. El resultado, una inmersión en el corazón de esa sidra que Andoni Luis Aduriz definió como “cultura embotellada”. “Tenemos aquí esa cultura, pero no solo la nuestra y la más tradicional, también una más moderna y otras propias de diferentes zonas”, precisa Jon Torre, responsable de Comunicación y Marketing.
in Basque country is a relevant product, more than that, it was one of the reasons of basque sailors (XVI century) to be able to travel such long distances until Newfoundland to fish cod and whales; water rottens, cider does not...
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Malum Rex, el primer bar de sidras
El innovador ‘sagar bar’ mezcla los ‘taprooms’ cerveceros y las sociedades gastronómicas vascas. Cuenta con medio centenar de referencias, aúna estilos y procedencias y brinda una novedosa experiencia de consumo de sidra

IGOR CUBILLO
Astigarraga - 22 AGO 2024 - 05:25 CEST
Tenía que ser en Astigarraga, la localidad que acoge un mayor número de sidrerías, hasta una veintena, en Gipuzkoa. Parece lógico que allí, junto a un manzanal donde hay plantadas siete de las 115 variedades catalogadas por la D.O. Euskal Sagardoa (goikoetxe, txalaka, moko, urtebi haundi, patzolua, mozolua, frantses sagarra), haya abierto sus puertas Malum Rex, el primer cider bar o sagar bar (sagar significa manzana en euskera) de la península.

De hecho, los intentos de despachar la bandera líquida del territorio por culines han provocado conatos de revolución. En Euskadi, en cambio, es habitual pedir “un trago” o “un txikito” en los bares; su consumo en pequeñas dosis está tan interiorizado que, de hecho, fue así, por vasos (y jarras), como comenzó a comercializarse hace seis siglos.
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Por tanto, a nadie debe extrañar que haya sido a un paso de San Sebastián donde se les ha ocurrido instalar un dispensador multi grifo con doce tiradores que permiten degustar muestras de distintos tamaños, lo mismo de sidras locales que de otras producidas a casi 3.000 kilómetros de distancia. Es el caso de Alright Alright Alright, una pét-nat (abreviatura de pétillant natural, o sea naturalmente espumosa) elaborada por Brutes Cider en Estocolmo con manzanas, peras y ciruelas de Ekerö y Märsön.

Hay más ejemplos suecos en un catálogo que también incorpora otros italianos, franceses, ingleses y, pronto, alemanes. Por tanto, esa bebida rojiza no es la única rareza que encontrarás en el casi medio centenar de referencias que ofrece el establecimiento. La mayoría a un paso de la barra y de las mesas corridas del comedor central, llenando de colorido una abarrotada cámara acristalada que llaman “altar” y expone botellas, botellines y latas de casi todos los estilos existentes. Un abanico que comprende diferentes graduaciones, métodos de elaboración, ingredientes, procedencias y precios, desde un euro el trago de sidra natural local a 21,50 euros la botella de Peperoncino Cider, infusionada con guindillas picantes.
Está representada la sidra de toda la vida, la “tranquila”, incluso en versiones monovarietales, ecológicas y hasta con lúpulo, pero también las hay gasificadas, ceñidas al método champenoise, pét-nat, de hielo... Algunas incorporan otras frutas, no faltan kombuchas ni destilados, y en ciertas botellas se combina con vermú. Así, más allá de las propiedades organolépticas tradicionales, de esa chispeante mezcla de frescor y acidez que llegó a prescribirse para combatir el escorbuto, las producciones de corte contemporáneo brindan matices de miel, de orejones o de cáscara de naranja amarga. Unas son ideales para el aperitivo, otras ofrecen sus máximas prestaciones a la hora del postre, también las hay indicadas para una reposada sobremesa e incluso para media mañana.
La selección, renovable y ampliable, es responsabilidad del enólogo Argoitz Otaño y de su tía, Ainara Otaño, directora general de Grupo Petritegi. Este da empleo a 65 personas e incluye la bodega Petritegi, la sidrería de igual nombre, el hotel Sagarlore y, desde el pasado 1 de mayo, Malum Rex (Rey de la Manzana, en latín), el flamante sagar bar concebido a partir de lo observado y aprendido en numerosos viajes y visitas a países, ferias internacionales, taprooms cerveceros y cider bars foráneos. El resultado, una inmersión en el corazón de esa sidra que Andoni Luis Aduriz definió como “cultura embotellada”. “Tenemos aquí esa cultura, pero no solo la nuestra y la más tradicional, también una más moderna y otras propias de diferentes zonas”, precisa Jon Torre, responsable de Comunicación y Marketing.